
¿Cómo fue que el perro pasó de ser un lobo salvaje a esa criatura social que tenemos durmiendo cómoda en el sofá? Tendemos a darnos mucho crédito en el tema. Lo más común es asumir que los cazadores recolectores de hace al menos unos 15 mil años adoptaban cachorros de lobo y terminaron domesticándolos, por lo que los perros evolucionaron cerca de los campamentos humanos. Pero si se analiza la relación que los humanos tuvieron siempre con los lobos, no tiene mucho sentido lo antes dicho. Los humanos no fueron nunca tolerantes con los grandes carnívoros competidores.
Algunos sostienen la hipótesis del cazador, que dice que los humanos usaban a los lobos para cazar, pero tampoco se sostiene mucho, ya que los humanos eran el cazador más exitoso para aquella época, si necesidad alguna de ayuda. Un lobo come mucho más que una persona, por lo que no compensa. Sin descontar que los lobos no suelen compartir, distan mucho de un perro de caza entrenado para no comerse a su presa. Lo cierto, dicen Brian Hare y Vanessa Woods, de la Universidad Duke, y autores del libro The Genius of Dogs, es que el historial de relaciones entre humanos y lobos no es muy amistoso. Nos hemos pasado siglos y siglos cazándolos y matándolos hasta la casi extinción. Siempre fueron una amenaza a combatir.
Así que, ¿cómo fue que esta criatura poco tolerada evolucionó hacia el perro domesticado? Se ha instalado mucho en el imaginario popular que la evolución sería sinónimo de supervivencia del más apto, generalmente asociado al más fuerte y dominante, pero no siempre es así, ya que el más apto puede no ser el más fuerte, sino el más inteligente, o en el caso del perro, el más amigable. Lo más probable es que hayan sido los lobos los que se acercaron a nosotros, y no que fuimos nosotros los que decidimos adoptarlos.
Cuando los lobos carroñaban cerca de nuestros campamentos, en busca de desperdicios, se inició el contacto. Los que eran agresivos, eran atacados por los humanos, mientras que los más amigables eran tolerados. Así fue una domesticación sin querer. Fueron cambiando, y la selección natural favoreció rasgos que les permitían sobrevivir cerca de los humanos, es decir, rasgos sociales, como mover la cola, el blanco del ojo más agrandado, para entablar contacto visual con notros, orejas más expresivas, etc. En tan sólo algunas generaciones se podrían haber domesticado, preparándolos para ser más sociales, o mejor dicho, para poder sociabilizar con nosotros, ya que los perros son capaces de interpretar hacia dónde estamos mirando, e incluso nuestros gestos. Incluso nuestros parientes primates más cercanos, los chimpancés y bonobos, no pueden leer tan bien los gestos humanos como los perros. Esto demuestra que nuestro compañerismo va muy lejos en el tiempo. Los perros nos prestan mucha atención.
Así fue que los perros nos adoptaron a nosotros, no al revés.
Fuente: National Geographic