Actualizado el 14/10/2020
El Niño de Taung es uno de los fósiles más famosos y emblemáticos para la evolución humana. Se trata de un cráneo de Australopithecus africanus, descubierto en 1924, que fue el iniciador de la paleoantropología moderna, de la mano del anatomista australiano Raymond Dart. Fueron Dart y el Niño de Taung, los que llevaron la mirada de los paleoantropólogos a África, en busca de los orígenes humanos.
Pero claro, en aquel momento todos estaban convencidos de que el origen del género humano estaba en Asia, así que nadie le creyó a Dart, cuando dijo el Niño de Taung, era un homínido antiguo, la mayoría dijo que se trataba de un chimpancé. Recién hacia 1947, empezaron a prestarle atención.
El cráneo de Taung, de un niño Australipiteco que falleció a los 3 a 4 años de edad, hace unos 3 millones de años, tiene la espectacular característica de estar completo, y de permitir conocer la forma del cerebro de este niño. Eso le permite mantenerse siempre en boca de los investigadores, que buscan en ese detallado fósil, las respuestas sobre el origen de la inteligencia que caracterizó al género humano.
En 2012, un estudio llegó a la conclusión de que el Niño de Taung tenía una característica típicamente humana, que es la de que las suturas craneales, esas rayas típicas de una calavera, no se fusionen enseguida en la vida del individuo, sino recién durante sus primeros años de vida.
Esto permite el crecimiento enorme que tiene el cerebro durante los primeros años de vida, y también el extraño modo de nacer que tienen los niños de esos primates extraños que somos los homínidos. Al ser bípedos, la pelvis femenina pasó por una serie de cambios que llevaron a la reducción del canal de parto, es decir, por donde pasa el bebé al nacer.
Porque los primates, ya de por sí son de los más cabezones dentro de los mamíferos, o sea, los que tienen el cerebro más grande. Pero con la aparición de los homínidos, los primates bípedos, hace unos 6-7 millones de años, se inició una tendencia evolutiva hacia un cerebro cada vez mayor.
La pregunta del estudio de 2012 era si ya en los primeros homínidos se daba este tipo de característica que permite un rápido crecimiento cerebral en los niños. Ellos llegaban a la conclusión de que sí. Pero un nuevo estudio, que ha sometido al Niño de Taung a una tomografía computada, con imágenes de muy alta resolución, termina desbancando la idea.
Esta característica típica del cráneo de los niños humanos sólo puede estudiarse en el cráneo del Niño de Taung, ya que no existen otros fósiles tan completos de Australopitecos, el grupo de homínidos del cual desciende el género humano.
Pero, al analizar las imágenes de alta resolución tomadas del fósil, que recordemos que contaba con 3 a 4 años de edad al morir, los autores del estudio no ven esas suturas semiabiertas típicas de los humanos. Así es que no existen evidencias de que los primeros homínidos tuviesen un desarrollo cerebral similar al de los humanos modernos.