No todo es una adaptación, mitos de la evolución

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Es común asumir que todas las características de un ser vivo son adaptaciones que son fruto de la selección natural. Es uno de los mitos de la evolución más comunes.  Pero lo cierto es que ni todas las características de una planta o de un animal son adaptaciones, ni tampoco todas son el resultado de la selección natural.

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Muy probablemente todos asumamos que cualquier cosa que hacemos, o cualquier parte de nuestro cuerpo, es una adaptación que nos ha legado la selección natural. Es fácil inventar explicaciones evolutivas, sin tener pruebas de nada, asumiendo que todo tiene un propósito, pero por lo general estaremos equivocados al asumir eso.

Tomemos, por ejemplo, los pezones de los machos. Entre los mamíferos, los pezones tienen una función, pero sólo en las hembras. Los machos no los necesitan. La explicación de por qué los tenemos los machos no necesita de una adaptación rebuscada, sino que los tenemos porque las hembras también los tienen, y como al organismo no le cuesta mucho hacerlos crecer, nunca han desaparecido.

imageNo ha existido una presión evolutiva como para que los sexos evolucionasen caminos de desarrollo diferentes, y así se apagasen los pezones masculinos durante el crecimiento.

Muchas de nuestras características, las tenemos porque son resabios que han quedado, y que no molestan, por eso han sido barridos durante el proceso natural de la evolución.

La selección natural, puede ser negativa, es decir borrar algo que es malo, no sólo favorecer algo bueno, pero sólo si el borrarlo representa una ventaja, como por ejemplo si los pezones inútiles de los machos consumiesen energía del organismo. Un ejemplo de esto, sería nuestro sentido del olfato, que está menguando.

Otras características pueden ser el resultado de la selección natural, pero no para el rasgo en cuestión. Por ejemplo, la corta estatura de los pigmeos. Esta podría ser un efecto secundario de la selección para una maternidad temprana en poblaciones con alta mortalidad, así que la corta altura no es una adaptación, sino un derivado.

Otra razón por la cual algo que pensamos que puede ser una adaptación, es en realidad un efecto secundario de la selección natural a favor de otros rasgos, puede ser por culpa de que los genes tienden a tomar varios trabajos para llegar a fin de mes.

Determinados genes pueden llegar a tener diferentes roles en diferentes momentos del desarrollo del organismo, o en diferentes partes del cuerpo. Por lo que la presión selectiva sobre una de las variantes, puede tener efectos secundarios en la otra.

También ocurre que algunas características actuales de un cierto organismo haya sido adaptativa, es decir, que haya sido ventajosa, en algún momento de su historia evolutiva, pero ya no son necesarias para su propósito original. Un ejemplo puede ser las aletas de las ostras, la muela de juicio o nuestro apéndice.

Son lo que se conoce como rasgos vestigiales, que pueden persistir si son neutrales, como hablábamos antes, o porque han tomado otra función, o simplemente porque la evolución todavía no ha actuado en su contra, si es que es desventajoso.

Volviendo al apéndice, algunos dicen que tiene mantiene ciertas funciones, pero lo cierto es que tenemos más chances de sobrevivir si no lo tenemos en nuestro cuerpo.

La psicología evolutiva es famosa por intentar explicar cada aspecto del comportamiento humano, como una adaptación que apareció en la sabana africana con el origen del Homo sapiens.

Por estas razones, tenemos que ser escépticos cuando leamos titulares de los periódicos, o escuchemos anuncios en el noticiero de la TV, dando explicaciones evolutivas para cualquier comportamiento.

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