¿Por qué nos olvidamos de los nombres?

Actualizado el 14/10/2020

¿Cómo era tu nombre? Nos pasa seguido que nos presentan a alguien, y segundos después, ya no podemos recordar el nombre. Según un nuevo estudio, no podemos echarle la culpa al cerebro por no recordarlo, sino a nuestro nivel de interés.

tu nombre es?

El estudio fue realizado por el psicólogo Richard Harris de la Universidad Estatal de Kansas, Estados Unidos. Hay gente, más sociable, más interesada en la gente y en relacionarse, dice Harris, y son ellos los que tienen más motivación para recordar el nombre de alguien. Esto se aplica a quienes tienen profesiones relacionadas con la política o la enseñanza, dónde conocer los nombres de los demás es importante. Según Harris, no recordar el nombre de alguien, nada tiene que ver con tener una buena o mala memoria. A no ser que alguien tenga un problema neurológico, todos tenemos buena memoria para lo que sea, la clave está en el nivel de interés.

Cuanto mayor interés sintamos por un tópico en especial, será más probable que quede impreso en nuestra memoria. Hay temas que disfrutamos, que nos dan placer, que no recodaremos como si los hubiésemos estudiado de memoria, sin embargo a otros temas, que no nos gustan tanto, deberemos leerlos decenas de veces para que finalmente queden grabados en nuestra memoria. Harris da un ejemplo personal, en el que gracias a su fanatismo por coleccionar estampillas, aprendió geografía sin proponérselo al grado de conocer todos los países y sus capitales, sin haberlo estudiado.

Los temas que nos cuestan entender o no nos interesan en lo más mínimo, no se quedan en nuestra memoria, no por un problema del cerebro, sino por una falta de interés. Los nombres son uno de esos temas. Pero hay formas de engañar al cerebro para que a pesar de nuestra falta de interés igual almacene ciertos datos que si bien no nos interesan o atraen, nos pueden ser útiles, como por ejemplo cuando estudiamos en la escuela, la universidad o para el trabajo. Para ello debemos aprender de memoria leyendo una y otra vez, o utilizando trucos nemotécnicos, que consisten en ejercicios de asociación para ayudarnos a recordar.

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