
Cincuenta años atrás las comunicaciones eran un poco más complicadas, ya que no existían los satélites de comunicaciones, no había llamadas internacionales instantáneas, transmisiones de televisión en vivo, etc. Todo eso llegó al mundo de la mano del Telstar 1, el primer satélite de comunicaciones en prestar sus servicios, que comenzó a hacerlo el 11 de julio de 1962. Lanzado un día antes a bordo de un cohete Thor-Delta, fue el resultado de una colaboración internacional entre agencias de televisión y comunicaciones estadounidenses, francesas y británicas.
Para que se hagan una idea, antes de la llegada de los satélites, un programa de TV podía ser transmitido por medio de las torres retransmisoras de ondas, por lo que debía haber muchas que fuesen haciendo de postas, captando y transmitiendo por el aire, apoyadas por líneas de tierra que ya cruzaban medio globo. Pero una vez que llegaban al océano, ese era su límite así que no era tan sencilla la comunicación con otro continente, o el poder ver un partido de fútbol jugado al otro lado del charco.
La llegada del Telstar 1 y sus seguidores, habilitó las comunicaciones instantáneas, no sólo telefónicas, sino de televisión. Así comenzaron a aparecer programas de televisión con la leyenda “En vivo, vía satélite”. Medía poco menos de metro de largo, y pesaba unos 77 kilos, esas medidas eran las que permitía el cohete que lo llevaría a su órbita. Era una bola de aluminio y apenas si consumía unos 14 vatios de electricidad, un séptimo de lo que usaría una notebook actual, que era generada por los paneles solares que tenía en su coraza externa.
A pesar de que era lo más moderno del momento, sólo podía lidiar con 600 llamadas telefónicas internacionales al mismo tiempo, y con una única transmisión de televisión en blanco inegro. Tampoco es que se necesitase mucho más en aquellos tiempos. La gente todavía tenía al correo escrito como prioritario, y no eran tantos los hogares que tenían televisión.
Para poder aportar esa gota de modernidad fue ubicado en órbita baja alrededor de la Tierra, a la que le daba una vuelta cada dos horas y media. Tan sólo permanecía en la posición ideal para transmitir una comunicación entre Europa y Estados Unidos durante 20 minutos. Actualmente, no sólo hay infinidad de satélites en órbita para lidiar con lo que sea necesario, sino que utilizan otro tipo de órbita conocida como geosíncrona que les permite permanecer sobre el lugar en el que son necesitados, evitando el tener que esperar a que el satélite de la vuelta. Aquí nuestro tributo al pionero.
Vía Wired
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