Actualizado el 14/10/2020
“¡No te sientes tan cerca del televisor que te vas a quedar ciego!”, suelen decir las madres a sus niños. ¿Qué hay de cierto en esto? Nada. La realidad es que ni mirar la televisión de cerca, ni de lejos, daña nuestra vista. El mito popular dice que si los niños se pegan a la TV, terminarán con anteojos a temprana edad, pero el origen del mito es otro.
Las televisiones son un invento bastante reciente, y sólo se han vuelto masivos, con varios aparatos en cada hogar, en las últimas décadas. En los años 1960s, en los primeros tiempos, existía un modelo de TV que comercializó General Electric en Estados Unidos, que emitían niveles de radiación bastante altos, 100 mil veces más altos de lo que se considera seguro para la salud. Cuando GE se enteró de ello, enseguida mejoró el diseño. Pero antes, con los primeros aparatos de los años 50, también emitían altos niveles de radiación que podían dañar la vista de las personas.
Los aparatos que siguieron emitían mucho menos, pero de ahí surgió la costumbre de evitar estar muy cerca del televisor. El asunto es que hace décadas que la apodada “caja boba” ya no emite radiación, gracias a un revestimiento protector. Por eso lo único que puede producir en los ojos una TV de hoy en día es cansancio, pero eso lo hará independientemente de si estamos cerca o lejos.
Lo mismo sucede con el viejo mito de leer con poca luz. Se solía decir que íbamos a terminar usando anteojos, o incluso que nos volveríamos locos como el Quijote, pero lo único que nos genera leer con poca iluminación es cansancio visual, e incluso sueño.
Nuestros ojos están preparados para lidiar con distancias largas y cortas, tanto daño puede hacerle al ojo estar siempre mirando de forma fija a algo lejos, como a algo cercano. Lo que hay que evitar es el estar mucho tiempo mirando fijo a algo, ya sea un libro, televisor, monitor de computadora, o lo que sea. Siempre hay que tratar de alternar, mirando hacia algún otro lado, más lejos, o más cerca, como para ejercitar los músculos oculares. Así que lo que nos hace daño, a la larga, no es mirar de cerca, sino quedarnos horas mirando fijo algún objeto.
Vía LiveScience
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