Vida nocturna, los mamíferos no pueden ocular su pasado

Actualizado el 14/10/2020

La Era de los Dinosaurios marcó a fuego la historia evolutiva de nuestro planeta, ya que desde aquellos tiempos, la mayoría de los mamíferos activos durante el día, igualmente han retenido una visión nocturna. Los primates, dentro de los cuales estamos nosotros, son los únicos mamíferos que se han desviado del patrón, ya que perdimos nuestra capacidad para ver en la oscuridad, aunque no del todo.

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Un nuevo estudio, publicado en Proceedings of the Royal Society B, de investigadores de la Universidad de Texas y la Universidad Midwestern, en Estados Unidos, aporta evidencia a la teoría del Cuello de botella Nocturno, que sugiere que el aparato sensitivo de los mamíferos fue influenciado de forma profunda por el extenso período de adaptación a la vida nocturna durante la era Mesozoica, período que va desde 250 millones de años a 65 millones de años atrás.

Para poder sobrevivir durante la noche, los mamíferos tenían una buena batería de capacidades visuales, como le visión a color y una alta agudeza visual, características que perdieron al pasar por el cuello de botella nocturno, según los autores del estudio. El hecho de que casi todos los mamíferos actuales tienen una forma ocular nocturna, en comparación con los reptiles o las aves, es una prueba de la fuerte influencia que puede tener la historia evolutiva sobre la anatomía moderna de todos los seres vivos, dice uno de los autores del estudio, Chris Kirk, antropólogo de la Universidad de Texas.

image La gran mayoría de los primeros mamíferos, que aparecieron hace más de 200 millones de años, habrían llevado una vida nocturna, según los autores, como una estrategia para evitar a los depredadores que estaban activos durante el día, que por aquellos tiempos eran los dinosaurios. Fue un período largo el que caracterizó esa adaptación de los mamíferos, ya que recién comenzaron a explotar otros nichos y a volverse animales diurnos luego de la extinción masiva que ocurrió a principio del Terciario, la extinción que se llevó a los dinosaurios hace 65 millones de años.

De estos grandes reptiles sólo sobrevivieron sus descendientes las aves, y el terreno que quedó libre fue ocupado por los mamíferos. A pesar de que fue el inicio de la Era de los Mamíferos, y que se convirtieron en los principales depredadores, con la gran mayoría de sus especies pasando a ser diurnas, las características nocturnas que se tenían hace 65 millones de años, se retuvieron en casi todas las especies, menos en los primates. 

Los investigadores estudiaron los ojos de 266 especies de mamíferos, y descubrieron que las especies actuales que son activas durante el día, tienen diferencias menores en la forma del ojo con respecto a las especies que son nocturnas. También compararon los ojos de los mamíferos con los de aves y lagartos, utilizando el largo del ojo y el radio de la córnea, dos funcionalidades importantes a la hora de medir la habilidad del ojo para recibir luz e imágenes angulosas. Este análisis mostró que no sólo entre los mamíferos no hay diferencia entre especies nocturnas y diurnas, sino que la forma de sus ojos se parecen mucho a las de las aves y reptiles nocturnos. Así es que, comparados con otros vertebrados, se puede ver que los ojos de los mamíferos mantienen características nocturnas, a pesar de que hayan pasado decenas de millones de años desde que muchas de sus especies ya no temen salir a la luz del día.

Según los autores, esto se debería a que luego de la extinción de los dinosaurios no avianos, algunos mamíferos se volvieron diurnos, pero hubo poca o ninguna presión evolutiva para que la forma de los ojos cambiase. En cambio en un grupo de mamíferos, el de los primates, una visión más aguda durante el día fue una adaptación exitosa al medio en que vivían, por lo que allí sí hubo presión evolutiva, por lo que son los únicos mamíferos que tienen ojos y visión diurna detallada, con colores, como los lagartos y las aves activos durante el día. Los humanos y sus parientes primates son tan dependientes de la visión, que se ha vuelto su principal sentido, destinándole gran parte del cerebro a analizar lo que reciben los ojos, dejando de lado el olfato y el oído.

Fuente: ScienceDaily

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