
Una de las marcas registradas del ser humano, que lo diferencian del resto de los animales, es su forma de comunicarse. Esa comunicación se vale de una compleja caja de música dentro de nuestra garganta y boca, y también del oído, ya que de poco nos valdría la capacidad para producir sonidos complejos, si no pudiésemos oírlos o distinguirlos unos de otros. Un nuevo estudio ha descubierto que nuestros antepasados homínidos de entre 1,8 y 3,3 millones de años ya contaban con un oído como el nuestro.
Paleoantropólogos de diferentes nacionalidades, analizaron un set completo de los huesos diminutos que se ubican en el oído, los osículos, del homínido de 1,8 millones de años Paranthropus robustus, así como un set incompleto de osículos de Australopithecus africanus, otro homínido africano que vivió entre 3,3 y 2,1 millones de años.
Los osículos son los huesos más pequeños del cuerpo humano. Es muy raro que se puedan encontrar en los fósiles, ya que al ser tan diminutos no llegan a fosilizarse.
En estos dos antiguos homínidos se encontró el huesecillo malleus o martillo, el primero en una cadena de tres huesecillos, y descubrieron que es parecido al de los humanos actuales.
Más pequeño, en comparación con los de los otros primates de la actualidad. Su tamaño también implica que el tímpano era más pequeño. Y la similitud entre ambas especies apuntan hacia un origen más profundo de esta característica.
Los otros dos huesecillos no son tan parecidos a los nuestros, sino más similares a los de nuestros parientes cercanos actuales los chimpancés, gorilas y orangutanes.
Estos osículos fósiles, entonces, muestran una interesante mescla entre características más humanas y otras más parecidas a las de los grandes simios.
“Esto podría ser como el bipedismo: una característica definitoria de los homínidos”, dice Rolf Quam, uno de los autores del estudio, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences.
El proceso de oír involucra muchas estructuras diferentes del oído, a lo que hay que agregar el cerebro, así que no es tan sencillo sacar conclusiones sobre las capacidades auditivas de estos antiguos homínidos sólo con ver la forma de sus osículos fósiles.
Sin embargo, algunos estudios han demostrado que el tamaño relativo de los huesecillos del oído afectan la capacidad auditiva de los primates.
También estudios sobre las diferencias a nivel del genoma entre nosotros y los gorilas, en relación a los genes que codifican para estas estructuras, también podrían demarcar el momento en que se separaron los homínidos de los grandes simios que evolucionaron en los actuales gorilas y chimpancés.
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