
Según una encuesta de Gallup, el 37 por ciento de los estadounidenses cree en los fantasmas y en las casas encantadas. Son cientos de millones de personas las que creen que los fantasmas son reales, y hay decenas de miles de “expertos” cazadores de fantasmas. En Estados Unidos, nomás, hay 2000 grupos de estos cazadores, según Doubtful Newsblog. ¿Son reales los fantasmas? ¿existen? El método científico dice que no.
Desde tiempos previos a la escritura, los fantasmas son un tema popular fijo, que no ha cambiado mucho en los milenios que tenemos de registros escritos. Desde la Biblia, pasando por Macbeth y los cuentos de terror de Poe, Bierce y otros autores góticos, los fantasmas siempre fueron un tema recurrente de las leyendas, la literatura y también del cine. El creer en fantasmas es la creencia paranormal más común del planeta. En parte, se debe a que los fantasmas son parte de una larga telaraña que incluye temas como experiencias cercanas a la muerte, la vida después de la muerte y la comunicación con los espíritus o espiritismo.
La idea de que los muertos permanecen en el mundo de los vivos es una creencia muy antigua, que a veces provoca miedo, y otras conforta porque se los ve como protectores. Muchos creen en fantasmas por experiencias personales que no pueden explicar, como haber visto o sentido algo extraño, haber escuchado algún ruido raro repetidas veces en la casa, alguna ventana que se abre sola, una silla que rechina siempre a la misma hora, y cosas así que tienen perfectas explicaciones, si es que uno se preocupa en buscar una solución razonable, en vez de caer en el facilismo de cree que fue la manifestación incorpórea de una persona muerta.
La ciencia y los fantasmas
La ciencia no se maneja con sensaciones o experiencias personales, o lo que me contó el tío del primo de un amigo. La ciencia se maneja con evidencia, y buscando explicaciones con respaldo. Uno de los principales problemas con los fantasmas, es que no son algo universal. Algunos los ven como el espíritu intangible de aquellos que mueren y por alguna razón se han perdido en su camino hacia el más allá, y se han quedado aquí en la Tierra; otros los ven como manifestaciones telepáticas proyectadas en el mundo por nuestras mentes. Incluso crean categorías como los poltergeists, espíritus inteligentes, gente sombra, encantamientos residuales, etc.
Obviamente es todo un invento, como ponerse a especular sobre los diferentes tipos de hadas que pueden existir, o las razas de dragones, o de elfos de la Tierra Media. Habrá tantos tipos de fantasmas como uno quiera, ya que son inventados. Ojo, la gran mayoría son inventos casuales, es decir, sin la intención de engañar a millones, sino simplemente es la facilidad de explicar algo de una forma sobrenatural, con una explicación que si la analizamos, es mucho más compleja y complicada, que la que podríamos buscar y conseguir mediante el método científico.
Comencemos por la contradicción principal en el tema fantasmas: ¿son materiales o no? O son incorpóreos y pueden atravesar paredes y objetos sólidos, o pueden andar azotando puertas y ventanas, o arrojando objetos. Desde la física y la lógica, es una u otra cosa, no existe nada en este mundo que pueda hacer las dos cosas. No se ha probado su existencia, a pesar de miles de años de cazafantasmas y “expertos” en fantasmas. Si un fantasma es un alma humana, ¿por qué tienen ropa? La ropa, o un sombrero, son objetos inanimados, sin alma, no deberían manifestarse como parte del fantasma. Así también habría que pensar en cómo hace un tren fantasma para existir, si los fantasmas son espíritus de los muertos que perdieron el camino.
Si los fantasmas son espíritus de los muertos en busca de venganza, ¿entonces por qué no hay un médium o espiritista en cada comisaría ayudando a los policías en los crímenes? Casi cualquier característica o tema relacionado con los fantasmas levanta razones lógicas para dudar, e incluso para descártalas de cuajo, si uno tiene una mente racional, y no una que acepte todo lo que le dicen sin cuestionarlo.
Los cazadores de fantasmas utilizan muchos métodos creativos para detectar fantasmas, a veces incluyendo psíquicos. Todos los cazafantasmas, sin excepción, se proclaman científicos, y la mayoría lo hace por los equipos tecnológicos que usan, que suelen estar asociados a la ciencia, como un contador Geiger, cámaras infrarrojas, micrófonos sensibles, detector de iones, detector de campo electromagnético, etc. Así y todo, ninguno de esos equipos ha detectado un fantasma, si pensamos de forma científica, y no inventando como lo hace un médium, un psíquico, espiritista, un contador de leyendas, o un escritor de cuentos de terror.
Otros acuden al argumento de que como nadie puede probar que no existen, entonces existen. No tenemos le tecnología adecuada, dicen algunos otros. Pero esto también es incorrecto, ya que los fantasmas, o pueden aparecer en nuestro mundo físico o no. Si pueden aparecer, entonces deberían ser detectables y se los podría capturar en fotografías, ya que si lo vemos con nuestros ojos, también ser capturados por cualquier aparato inventado por nosotros, fotos, video, audio. Así es que si existen, tendríamos que tener toneladas de evidencias, millones de fotos, miles de horas de video y sonido, ya que son tantas las anécdotas sobre fantasmas. Si no pueden ser detectados o grabados, entonces todas las fotos y videos que aducen ser evidencias de fantasmas, e incluso toda la parafernalia de los cazafantasmas se reduce a superchería por su propio peso, ellos mismos se desacreditan.
Hay quienes han dicho que uno de los científicos más famosos aportó pruebas para la existencia de los fantasmas. Hablamos de Albert Einstein, que dentro de sus teorías científicas dijo que la energía no podía ser creada, ni destruida, sino sólo cambiar su forma. Así que, ¿qué pasa con la energía de nuestro cuerpo cuando morimos? Los cazafantasmas aducen que se transformaría en lo que llamamos fantasma. Parece una suposición rasonable, como muchas que se hacen desde la ciencia ficción. Pero si uno se esmera un poquito, nomás, en comprender física básica, se da cuenta que no lo es.
Es muy simple, y para nada misterioso. Luego que una persona muere, la energía que estaba en su cuerpo va a parar al mismo lugar que la de cualquier organismo vivo cuando muere: al medioambiente. Todo ser vivo es parte de un ecosistema que se mantiene a lo largo del tiempo, sin que cada individuo sea el importante, sino el todo. Un animal muerto se transforma en energía para las plantas o para otros animales, gusanos o bacterias, en la forma de alimento; y cuando ellos mueran seguirán con el ciclo. No existe energía que sobreviva y se quede flotando luego de la muerte de un organismo, es reciclada de forma instantánea.